miércoles, 24 de noviembre de 2010

La historia de Nidia y Omar

Omar era un músico que tocaba el violín con singular destreza. Interpretaba piezas con alegría y quienes lo escuchaban lo disfrutaban y lo admiraban por las emociones que lograba transmitir con su instrumento. Al terminar sus funciones, la gente se acercaba a estrecharle la mano, a felicitarlo y Nidia, a darle un abrazo.
Pero Omar se sentía insatisfecho porque ansiaba ser el más hábil violinista que jamás hubiese existido y que todos le reconociesen por ello. No importaba cuanto le aplaudiesen desde el público, el siempre sentía que tenía que tocar mejor y siempre se iba desconforme con su labor, cuando terminaban sus espectaculares presentaciones. Y no había ninguna palabra que Nidia, su mujer, pudiese decir para hacerlo cambiar de parecer.
Fue entonces que Omar, comenzó a ocuparse más tiempo en el perfeccionamiento de su técnica. Primero dejó de salir por las noches y su obsesión creció. Luego dejó de ver a sus amigos y más tarde, también a sus parientes. Hasta que un día dejó de salir de su casa. Nidia, desesperada, le repetía continuamente que se saliese de su ostracismo, pero el no le contestaba más que con una mirada seria.
Aquella mañana, Nidia se le acercó llorando y le imploró que le dirigiese la palabra. Omar giró su rostro hacia ella y sus ojos no pudieron verla. Durante varios días permaneció Nidia junto a él, esperando que le dijese una simple frase o una mirada al menos, como las de antes. Pero solo escuchaba las notas que salían del violín, nada más recibía Nidia de Omar. La situación se mantuvo hasta que el músico, incapaz de ver a Nidia, decidió que como ya no tenía nada que aprender allí, se iría a otra parte. Ella lo vio irse de la casa solo con su violín a cuestas, lloró la lagrima más triste y no volvió a llorar nunca más.
Omar viajó a muchas ciudades, llevando a todas partes su cada vez más pulida y prolija técnica. Y aunque sus interpretaciones despertaban enormes ovaciones y rostros admirados, él ya no recibía ningún abrazo después de los conciertos. Su música se acercaba a la perfección, pero se oía triste, hermosa y devastadora. Con el tiempo dejó de ver al público y no mucho después, dejó de ver a los demás músicos.
Vagó por las calles buscando las piezas que le faltaban a su música. Cuando caminaba ya no veía a ninguna persona. Viajó lejos, muy lejos, sin conseguir ver a nadie y cuando hubo llegado aún más lejos, cansado, se subió a un tren deslucido, de color azul, que no era conducido por nadie, donde Omar era el único pasajero. Pasó tiempo y más tiempo. Dejó de ver las estaciones, poco después también dejó de sentir el movimiento de los vagones.
Entonces y solo entonces Omar miró a sus alrededores, se asustó y sintió confundido. ¿Dónde estaba todo el mundo? Pensó. Pero más que nada pensó en Nidia, su mujer, su vida, su amada, su amada Nidia. Entonces sus ojos se llenaron de pensamientos y él extrañó profundamente su compañía. Omar ya no veía casi nada, todo en tiempo pensaba en Nidia y tocaba el violín.
Consiguió Omar un día, descender del tren azul que le llevaba y deambuló por las calles desiertas de una ciudad desconocida. Caminó como hacía tiempo no lo hacía y comenzó a ver los árboles y los insectos. De a poco fue capaz de empezar a ver personas, no muchas, pero las veía. Se acercó emocionado a un hombre delgado, que no era tan solo un hombre, sino un recuerdo disfrazado. Omar se presentó rápidamente y dijo el recuerdo ser como un brujo, o un mago. Le concedió, al verlo tan triste, un deseo al desdichado Omar. Sin pensarlo, Omar pidió al instante, que se le conceda el regresar con su amada Nidia. El recuerdo dijo entonces, que lo único que podía hacer por él, era concederle ver a Nidia, pero que ella no podría verlo, ni tocarlo y solo lo escucharía a través de su violín.
Así fue que Omar accedió y desde ese día, todos los días interpreta las más bellas melodías para su adorada Nidia. Y ella, sola, las escucha. Y siempre llora una sola lágrima.

“La historia de Nidia y Omar”
10-07-2009

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