martes, 14 de febrero de 2012

TRISTE ENCANTO

Allí, donde sus manos no podían alcanzar, donde el recuerdo se escondía inaccesible a las emociones, allí donde están todas las penas que no pudieron ahogarse; en ese lugar esperaba la Luna. Tierna, con su velo de humedad cubriendo un rostro de angustia ensombrecido, expectante. Nunca pensamos, cuando miramos a la luna, que ella nos mira también a nosotros, que se emociona con nuestra visión, que nos admira, que a veces se enoja cuando brillamos más que ella, cuando piensa que no nos importa. La Luna y su cruel condena, atadas la una a la otra, embelleciéndose mutuamente, torturándose, contando una verdad tras otra, que ayuden a construir una nostalgia doble, amar por anhelar. Allí donde las manos no alcanzan a las emociones, donde una mirada debe decir lo que dicen mil palabras, la Luna espera en silencio, lloran sangre las grietas de su corazón roto, que late y hace vibrar sus labios partidos, porque entre sus dientes aprieta las lagrimas que desearía no llorar. Siente lo que siente al vernos aquí tan lejos, tan indiferentes, tan callados, tan fuera de su alcance. Y nosotros la observamos, brillando, a veces un poco, a veces como el fuego. Siempre nos ofrece su brillo, su humilde y nocturna iluminación, y nosotros que la vemos sufrimos, triste encanto, porque no podemos comprenderla.

martes, 7 de febrero de 2012

Notas a la deriva

Nota nº 8

Ellos estaban allí, y yo estaba, de alguna manera. El tiempo había pasado, muchas veces había pasado y se había mezclado hasta perder sentido. Nos miramos entre todos, entre algunos, y sonreímos, éramos cómplices, todos habíamos entendido el chiste al punto que no necesitaba explicación, ni siquiera una sola palabra. Pero era incontenible, los poros dilatados dejaban salir una parte que no solo no era suficiente, si no que lo convertía en una tortura, entonces entraba la risa silenciosa, era lo único que parecía adecuarse a la situación.
Nos mirábamos y aunque algunos quedaban fuera del rango de visión directa, podía sentirse esa mirada clavada en nuestra espalda, que parecía decir: "Si, lo entendiste vos también, parece que no puede ser, pero es así". Daba la impresión de que si te ponías a pensarlo, el hechizo se rompía, el monstruo eternamente insaciable te atraparía otra vez en su mundo de maquinarias caprichosas, lógicamente acompasadas. Todos estábamos allí, yo me reía y ellos también, era imposible contenerse. Era una sensación deliciosa y absoluta, el tiempo había dejado de sentirse hasta desaparecer.

viernes, 3 de febrero de 2012

Del bosque

El bosque tiene una identidad, bajo las copas de los árboles se siente otra humedad, otro clima, los sonidos se escuchan de otra manera e inclusive, el bosque tiene su propia voz, su propia forma de hacer sonar el viento.
No se lo llega a distinguir porque lo hace muy lentamente, pero el bosque se mueve, los árboles no solo se mecen, si no que se trasladan, razón por la cual hasta el más conocedor puede llegar a perderse en la espesura del bosque.
El suelo del bosque es lo que el mismo necesita, a veces cubrir las raíces de sus árboles con hojas y ramas, otras dejarlas a la intemperie del cielo y sus copas, para que beban el agua y sientan el aire. El bosque se llena de musgo si es que así lo desea y solo dejará habitar entre sus árboles a los animales que él decida. Así y todo la energía del bosque puede ser rápidamente desecha, no porque sea de diferente naturaleza que la del hombre, de hecho provienen del mismo lugar, de la misma luz. Si no porque el bosque tiene una nobleza, una compasión y un honor, que el hombre no se preocupa en cultivar. De esa manera el bosque sucumbe ante las atroces faltas y desconsideraciones del hombre y muere con orgullo habiendo sido fiel a su naturaleza, durante el transcurso de toda su vida. Que es mucho más de lo que pueden decir la mayoría de los hombres.