Los recuerdos acuden como una cascada caen sobre el arrollo. Se agolpan y se esparcen, durante un breve período son turbios y están entremezclados, como cubiertos por una capa translúcida que los difumina pero sin obstruirlos del todo. De a poco se van alejando el uno del otro, se van enfocando y cada uno adquiere la individualidad necesaria para dejarse flotar entre momentos y sensaciones.
El arroyo se cierne en calma, avanza suavemente empujado por las historias que se van entretejiendo, deslizandose unas sobre otras con una paz que, sin prometerlo, augura quedarse para siempre; acuñando cada relato haciéndolo resplandecer como si estuviera ocurriendo ahora mismo.
Y así sería, si no fuese porque más adelante, se encuentra despedazando el silencio a rudas voces estruendosas, una nueva cascada; que junta lo viejo con lo naciente y mezcla otra vez las sensaciones, dejando navegar a la experiencia a través de peñascos de amarguras y brisas frescas de ilusión.
3 comentarios:
muy bueno! es tal cual la sensación del recordar.. de vez en cuando se necesita un buen viento que vuele los recuerdos pasados y que traiga nuevos aires..
tratando de no recordar lo recordado
blowin' in the wind..
Interesante descripcion, amigo. Segun lo veo yo ese arroyo tiene casi una tendencia caprichosa, donde una historia acercada por un amigo revuelve todo de nuevo y trae esos recuerdos dispersados y los vuelve a juntar enturbecidos. O tambien un olor, una comida, unpajaro o un jabón, cualquier cosa puede ser un detonante a que este arroyo haga un quilombo terrible
Creo que los recuerdos tienen una dialéctica caprichosa que nos lleva a tener que reconstruirlos todo el tiempo, cada vez que los necesitamos. Aunque muchas veces no los necesitemos y ellos acudan igual.
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