Soy el mismísimo número diecisiete, de todos los números que hay, ese
es el mío. Esa es mi esencia misma, pues eso mismo, es lo que soy
un número, el diecisiete. Las más diversas incongruencias del mundo
no tienen forma de aplicarse a mi, porque se perfectamente que soy y
quien soy. Un número, el diecisiete. Mucho más sencillo de lo que
podría imaginar, de lo que puede calcularse, porque no hay nada que
calcular. Dos dígitos, el uno y el siete, diecisiete puestos desde el
cero, ochenta y tres antes del cien. Soy tan mágico como tangible,
soy la lógica misma, el absurdo total. El mundo incomprensible de la
perfección, ¡ja! el humano nunca la encuentra, porque no le sirve,
no la busca, no le interesa, es más, es completamente incapáz de verla.
Para la humanidad, la perfección es una utopía que no tiene más valor
que ese, y el ser humano es desastrozo para crear utopías. La
perfección es simple, no tiene nada que explicar, ni mucho menos que
ocultar. El mundo está magníficamente orquestado y dirigido por aquella
maravillosa ciencia: Las matemáticas. Allí la perfección es parte de
ese mundo, de esa ciencia. A algunos humanos les encanta estudiarla y
comprenderla, pero pocos llegan a ahondar enteramente en la naturaleza
más pura, más sencilla, más perfecta. Eso para los números, es muy simple,
no tenemos más que ser y seguir siendo.
2 comentarios:
Yo soy el cuatro.
Y me encantan las matemáticas (:
Realmente son geniales, y no mucha gente lo puede comprender de esa forma.
Un abrazo!
Que alegría encontrar amigos números!
Otro abrazo para vos.
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