Nota nº 8
Ellos estaban allí, y yo estaba, de alguna manera. El tiempo había pasado, muchas veces había pasado y se había mezclado hasta perder sentido. Nos miramos entre todos, entre algunos, y sonreímos, éramos cómplices, todos habíamos entendido el chiste al punto que no necesitaba explicación, ni siquiera una sola palabra. Pero era incontenible, los poros dilatados dejaban salir una parte que no solo no era suficiente, si no que lo convertía en una tortura, entonces entraba la risa silenciosa, era lo único que parecía adecuarse a la situación.
Nos mirábamos y aunque algunos quedaban fuera del rango de visión directa, podía sentirse esa mirada clavada en nuestra espalda, que parecía decir: "Si, lo entendiste vos también, parece que no puede ser, pero es así". Daba la impresión de que si te ponías a pensarlo, el hechizo se rompía, el monstruo eternamente insaciable te atraparía otra vez en su mundo de maquinarias caprichosas, lógicamente acompasadas. Todos estábamos allí, yo me reía y ellos también, era imposible contenerse. Era una sensación deliciosa y absoluta, el tiempo había dejado de sentirse hasta desaparecer.
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