Adalbosta Bonicciengui es un empleado público de unos veintiséis años que trabaja en el ANSES. Cuando le pica el culo (y esto le ocurre habitualmente) trata de rascárselo disimuladamente sin tocarlo con las manos. Lo que hace es moverse sobre su silla de un lado al otro, tratando de que se le separen los cachetines. A veces esto no funciona, entonces Adalbosta interrumpe a su interlocutor levantando el dedo índice y exclamando: “Discúlpeme un segundito ¿Eh?”. Y se retira al baño a lavarse bien.
El señor Bonicciengui presta un poco de atención a las personas que atiende, entonces, para que parezca que presta mucha, hace un gesto moviendo la cabeza suavemente de arriba hacia abajo. A veces también aprieta sus labios como para añadir mayor compenetración a su expresión. Otras veces se tira pedos y se sonríe abriendo mucho los ojos.
Cuando alguien le hace una pregunta que el no puede responder inmediatamente, gana tiempo rascándose la cabeza y diciendo, luego de un chasquido de su lengua: “Seee… esteee… vos sabes que este… es un temita complicado, pero no te preocupes, ya lo vamos a resolver.”
Siempre que Adalbosta va al baño se trae un poco de papel higiénico en el bolsillo, un poco por si se da un percance de improviso y otro tanto para terminarse el rollo y que el próximo que vaya, tenga que limpiarse con la mano.
Tiene la costumbre de abrir su cajón del escritorio y revisarlo, pero nunca busca nada, simplemente declara que le han robado la abrochadora.
1 comentario:
Ah pero cuanta familiaridad con este tal Adalbosta, tal vez lo conosca
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